sábado, 29 de junio de 2024

ROUND-TRIP JOURNEY

 ‘Round-trip journey’, fue mi último proyecto expositivo. Un viaje pictórico de ida y vuelta realizado entre 7 de marzo al 31 de mayo, en el Instituto de Estudios Secundarios ‘Bernaldo de Quirós’ de Mieres (Asturias).



 Texto catálogo:

 A lo largo de mi carrera, desde la Universidad, he tocado varios temas; desde el retrato o la figura, al bodegón, pasando por el paisaje natural o urbano... pero poco a poco fue interesándome el tema de los interiores. Comencé a centrarme más y más en ese tema, hace más de 20 años. Me interesaba el interior de la casa, incluida la mía propia, que daba lugar a la inspiración por tratarse de un piso antiguo, lugares con algún mueble, ventanas, pasillos, radiadores, escaleras de portales... a veces con alguna figura humana. Todo contaba una historia, sobre todo los lugares abandonados. Para mi eran importantes también los contraluces, y/o reflejos. Al natural, si me era posible, o a partir de fotografías hechas por mí. No tardé en descubrir que me empezaban a estorbar objetos, muebles...y lo que más me interesaba era la simple luz que se filtraba a través del exterior y las sombras del propio interior, en contraste con aquella luz. Poco a poco quise ir más allá, investigando y 'vaciando', hasta que llegué a donde estoy hoy, haciendo mis propias construcciones para estudiar la luz desde distintos enfoques y luego pasándolas al lienzo. Por ello se trata de 'no lugares', como calificó el filósofo francés Marc Augè a <esos lugares que transitamos pero no nos paramos a pensar qué hay en ellos>. Eso, junto al interés que siempre tuve también en la geometría, me permite ese baile entre la figuración y la abstracción, encontrarme en esa fina línea, pero sin franquearla. Soy una pintora figurativa, y me sigue interesando la figuración.

 Aquí puedo enlazar con mi otra vertiente, las casas solitarias. Es un poco como yo, en mitad de dos países de los que siempre me he sentido, cerca y lejos, Estados Unidos y España, porque ambos forman parte de mi vida. Dos culturas muy diferentes que influyeron mucho en mi vida. A la par que iba desarrollando mi 'tema interior' y unos 20 años atrás, después de uno de mis viajes a EEUU para visitar a la familia, me atrajo mucho alguna de las fotos que habíamos sacado en aquel viaje mi compañero y yo, por la zona de Lancaster, PA., con sus inmensas llanuras, praderas y alguna casa aislada. Aquellas fotos fueron una inspiración para mi, ya que me llevaban de nuevo a ese otro yo, a mis orígenes, ayudándome a estar un poco más cerca de mi lugar de nacimiento. Así comencé con mis paisajes minimalistas aún más desnudos, sin arboledas. A veces se veía un poco la carretera, una señal...pero sin más elementos. Lo de las fotografías no duró mucho ya que que comencé a inventarme las casas, conociendo bien la arquitectura tradicional de mi zona (New Jersey - Pennsylvania) y posándolas sobre un paisaje metafísico... Los títulos con nombres de lugares reales, pero si vas a ese lugar, no encontrarás allí ese paisaje con esa casa. Para mí, en el tipo de paisajes que hago, es primordial que realmente no existan, siempre reinventando las casas y su paisaje, su atmósfera. Puede que algunas parezcan habitadas o deshabitadas, eso lo dejo a la imaginación del espectador. Muchas veces pinto los 'backyards', o sea, las partes traseras de las casas. Quizá por ser una zona más íntima y familiar, me gusta la idea de representar las partes de atrás. De hecho, el año pasado, una de mis últimas exposiciones individuales en París la titulé 'Backyards'. Es un enfoque interesante en la que no suele reparar la gente.

 Monica Dixon






PRENSA

miércoles, 15 de marzo de 2023

VIVIR EN LO EXTRAÑO

     Vivir en lo extraño, fue el título de la exposición de Monica Dixon en el ‘Complejo Cultural As Quintas’ (A Caridad, El Franco - Asturias) durante los pasados meses de septiembre y octubre de 2022.





Texto del catálogo:

 MÓNICA DIXON. VIVIR EN LO EXTRAÑO

ALFONSO DE LA TORRE

 

 

No es preciso demasiada luz, una luz débil permite vivir en lo extraño, una lucecita fiel.

Samuel Beckett, “Malone muere” (1951)[i].

  

Es un enigma la imagen.  Un misterio las imágenes de Mónica Dixon (New Jersey, 1971), pinturas donde prevalece ese habitar suyo en estancias pobladas por las preguntas, como quien ofrece el paso al poder de un vacío, una ausencia inicial, la muestra de una misteriosa intimidad que hubiese sido iluminada por una luz diferente, no llegada desde este nosotros.   “Despojando el espacio pictórico”, me dirá, como un lugar siempre al comenzar, en tanto quedamos adheridos por la soledad al temblor de esos lugares sin nombre en el mundo, tal quien sin mediación contempla tentando habitar ese espacio, ahora lugar sin ocupantes, elevadas las paredes entre la voz augural y templada de la noche.

Dixon dice como aquel personaje de Dickens: “Night is generally my time for walking (La noche suele ser mi hora de paseo)”[ii].   Representa interiores inflamados por aquella luz de extrañeza: “lo que en realidad quería ver: el espacio pintado en sí mismo, la vibración de la luz en la atmósfera, la soledad esencial del escenario (…) somos nosotros, los individuos, los que damos forma a los lugares que habitamos; es el propio cuerpo el que activa el espacio y no la existencia del espacio en sí”[iii].  Como una deriva de la imaginación[iv], este complejo ejercicio de hacer desaparecer el mundo deviene empero una misteriosa propuesta de acceso a la imagen que pareciere entonces convertida en exilio y reino, pues Dixon pinta el espacio con precisión y nombra las sombras, extiende lugares donde vibra una interioridad silenciosa semejase poblada por un vacío lunar, pasajes oscuros[v], representando escenas que parecen mostrarse en disimetría, unas sobre las siguientes, estas sobre las anteriores, como en un proceso de continuo desvelamiento.   Escenas inquietantes por su aire de preguntas, esta obra erigida concienzudamente en la incertidumbre, pues no son sus pinturas la revelación de una presencia plena sino, más bien, huellas de presencias desvanecidas, como si contemplásemos la casa de la que se ausentó su héroe, corredores en suspenso donde todo cesó, tal sucede en el magno lienzo “[Im]possible escape” (2019), o su severa réplica “Possible escape” (2020): en ambos todo se detuvo, allí se desplaza habitante el habla sin habla, la voz ausente.

 En el espacio se encuentran los planos que fueron pintados como laberintos de espejos de las almas perdidas, aquellos espejos de obsidiana de Pompeya que, en vez de imágenes, devolvían sombras: reflejan la sombra -decía desconcertado Plinio el Viejo- en lugar de la imagen de los objetos[vi].     Mas las imágenes activan el espacio, explica Dixon refiriendo sus pinturas, estas más bien una promesa de imágenes capaces de mostrar, con frecuencia, su querencia por un centro de luz, sobrepasando los signos que parecen contener, espacio que es mostrado como escuchante de una rara sonoridad.   

Hay una historia del arte de los espacios vaciados, que ya tentaran Fra Angélico o Piero della Francesca, templos en la soledad de su nervadura pintados por Saenredam, interiores metafísicos de De Chirico, cameras incantatas de Carlo Carrà.  Pensé en Dixon, sí, recordando los espacios multiplicados en grises azulinos de Masaccio, aquella “Trinidad” de fulgor rosáceo vista en un día obscuro en Santa María Novella.  O los ámbitos interiores y luces en fuga que pintara Pieter de Hooch.  Espacios detenidos, dirá también la artista[vii], donde ella representa la ausencia como una geometría doliente, quizás manifestada la promesa de un advenimiento, pues las representaciones de Dixon elogian la concentración y el recogimiento en el seno de la errancia del habla del mundo.  Son cuadros, pienso ahora, a los que podríamos llamar “Existenzbilder”, cuadros de existencia, como aquellos de Giovanni Bellini vistos por Jacob Burckhardt.

Sosegada, Dixon atiende la espera de los levantes de la aurora, representando estos espacios que son, más bien, intervalos entre la pintura y el relato, pues nos devuelve verdaderas pinturas del umbral, siempre en el umbral de la mirada, sus lienzos acariciando un porvenir, como en su duplo “Cold morning light” (2020) o el reciente “When light comes in” (2022), tal si en ellos viésemos la luz que luego ha de proseguir: fuera presto está el alba a despuntar.  Habitando quizás la voz rotunda de Wittgenstein diciéndonos: alejémonos del mundo, impugnemos su palabra vana, pues nada sobre el mundo es posible decirse si no, más bien, sobre sus límites, sólo podremos explicar el mundo “si pudiésemos salir fuera del mundo, es decir si dejase para nosotros de ser el mundo entero”[viii].

Silencio.  Reclaman su potestad estos espacios numinosos, pues ha sido objetivo de Dixon concentrarse en lo esencial, una búsqueda compartida con ciertos pintores, estoy pensando en aquella afirmación de Robert Ryman sobre el carácter milagroso de la pintura: como una epifanía surge algo que no estaba antes, un canto tácito parecido y sin embargo siempre diferente[ix].

Ejerce nuestra artista la tentativa de crear un lugar, como quien ha conducido el movimiento desde el existir al reposo.  Un espacio pictórico donde traza la tentativa de encontrarse con quien contempla y, este, desplazado queda a un lugar otro, alejado de lo subjetivo de la representación de personas, objetos o lugares concretos, como un vaciamiento.   Liberada también la ausencia como un poder y, desde ahí, ser trasladados hacia un preciosísimo silencio destilado en esos espacios con aire infigurable.  Como una arqueóloga de espacios perdidos, parece representar promesas de sentido bajo una luz oblicua, como un estado de privación capaz de comunicar aquello incomunicable, el fulgor de lo que se ausentó, la celebración de lo indecible, tal aquella música callada conducente a la sabiduría en el sosiego y silencio de la noche que el amor vivifica[x], cántico espiritual entonces.  ¿Podrá la pintura extender su reino?

Ved. Escuchad.  Custodia Dixon una ilusión, alianza de unas pinturas donde oscuridad y claridad, regiones adversas, se encuentran.

Como un privilegio nocturno pleno de su poder de interrogación, con su belleza escarchada.



 NOTAS AL TEXTO

[i] BECKETT, Samuel. Malone muere (1951). Barcelona: Lumen, 1969, p.13

[ii] Charles Dickens, en el comienzo de “Almacén de antigüedades (The Old Curiosity Shop)”.  Citado por CALVINO, Italo.  Seis propuestas para el próximo milenio.  Madrid: Siruela, 2010.

[iii] DE LA TORRE, Alfonso. Derivas de la imaginación.  Otras visiones de la geometría.  Caracas-Madrid: Galería Odalys, 2021, pp. 29-30.  Se explica en siguiente nota.

[iv] Estoy citando el título de la exposición antes mencionada, en donde se incluían las obras de Dixon: “Red, black & green” y “Soirée”, ambas de 2020.

[v] Estoy aludiendo al título de una obra de Mónica Dixon, “Dark Passage” (2020).

[vi] Plinio el Viejo, Historia Natural-Libro XXXVI, entrada LXVII. [1]: “Otro género es el vidrio de obsidiana, algo similar a la piedra que fue descubierta en Etiopía por Obsidius. Esta piedra es muy oscura, a veces translúcida, pero que formando espejo para la pared, hace la sombra en lugar de la imagen de los objetos”.

[vii] Título de su exposición de 2021 en la Galería Caicoya, de Oviedo.

[viii] RUSELL, Bertrand. Introducción al Tractatus lógico-philosophicus.  Madrid: Alianza Editorial, 2003, p. 164.

[ix] Robert Ryman citado por: FRÉMON, Jean. Samuel Beckett. El mundo y el pantalón.  Epílogo (1989).  Barcelona: Elba, 2017, pp. 88-89.

[x] SAN JUAN DE LA CRUZ.  Cántico espiritual.  Barcelona: Lumen, 2021 (la edición consultada).  Canción 14, p. 183.

 Alfonso de la Torre - Vivir en lo extraño - Monica Dixon









Fotos Marcos Morilla


PRENSA:

La Nueva España, agosto 2022


La Nueva España, septiembre 2022





Crítica de arte por Luis Feás Costillas - La Nueva España, octubre 2022

Elogio de la luz y de la sombra

 

Mónica Dixon expone sus interiores en As Quintas de La Caridad

Luis Feás Costilla

Fuera de núcleos principales como Gijón y Avilés, hay repartidas por Asturias una serie de localidades que disponen de centros municipales con buenas salas de exposiciones y una programación estable, a disposición de vecinos y aficionados. Se trata por ejemplo de Piedras Blancas y su Valey Centro Cultural de Castrillón, Candás y su Centro de Escultura Museo Antón, Mieres y deslumbrante PZSB, recuperados ambos para la ciudadanía, Villaviciosa y su recién restaurado Ateneo, Pola de Siero y la espléndida sala de su Fundación Municipal de Cultura, cabecera de una red de Casas de Cultura que, aunque menores, no por ello son menos meritorias, como las de Grao o Cangas de Onís. Falta en esta relación Oviedo, cuyo Ayuntamiento ha sido incapaz de restablecer en los tres últimos mandatos un lugar donde realizar exposiciones de forma continuada, algo impropio de una ciudad que es, al fin y al cabo, la capital asturiana.

Entre estas localidades destaca La Caridad, no tanto por la sala situada en la Casa Consistorial, que de vez en cuando también programa buenas exposiciones, como por el Complejo Cultural As Quintas, que, aunque cuenta con el apoyo municipal, es básicamente sostenido por su Asociación de Amigos y numerosos colaboradores, con el asesoramiento del escultor Herminio. Son tantas y tan atractivas las actividades artísticas allí desarrolladas que es casi obligado reseñarlas en estas páginas y aun así no es extraño, dada su frecuencia, que algunas de ellas queden fuera, como sucedió con el joven Javier Ortega. O con David Magán, que, con sus arquitecturas inmateriales, sus objetos de luz y sus figuras duales realizó este verano todo un elogio de la sombra, en un espacio que, por el acabado de sus paredes, su techo de madera, su sistema de alumbrado y climatización, constituye un modelo a seguir en cuanto a adaptación de una casona antigua a las necesidades culturales de una comunidad viva que quiere progresar y sentirse moderna. Con Magán y el propio Herminio tiene mucho que ver la artista que expone ahora, la bien conocida pintora Mónica Dixon (Marlton, Nueva Jersey, EE UU, 1971), que juega sólo con los matices de tres colores, el blanco, el negro y el rojo, y hace asimismo un elogio de la luz y de la sombra, lo que no resulta extraño en un complejo cultural que tiene bien definida su línea de programación. A decir verdad, la pintora, residente en Oviedo, trabaja fundamentalmente dos series distintas, la allí mostrada y otra dedicada a los amplios paisajes de espacios abiertos, con casas solitarias de inquietante arquitectura situadas en mitad de la llanura de una Norteamérica rural más evocada e imaginaria que real, que acaba de exponer por ejemplo en una individual en la Galerie Artima de París, bajo el título de «Backyards». Son lugares que no existen más que en su espíritu, en una manifestación de la nostalgia que a veces siente por la tierra que la vio nacer.

Por otro lado, están sus interiores, esos «espacios detenidos» (así tituló su última exposición en la Galería Guillermina Caicoya de Oviedo) que elabora mediante maquetas y en los que lo fundamental es el efecto de la luz, esa claridad que entra lateralmente y se refleja en las paredes, despojadas de todo lo innecesario, en una concreción cada vez más abstracta que le ha valido numerosos premios y reconocimientos, el más reciente en el Certamen Nacional de Pintura «Virgen de las Viñas» de Tomelloso, en Ciudad Real. Lo que quiere mostrar es el espacio en sí mismo y la luz que lo revela, para transmitir la soledad esencial del escenario y su extrañamiento, en una pintura que habla tanto de presencias como de ausencias, en este caso expresada en diecisiete cuadros recientes. para ello hace dialogar la iluminación natural y la artificial, jugando con los planos y las perspectivas, en una oscuridad casi total, en blanco y negro, pero con todas las gradaciones del gris, sobre un fondo de habitación iluminado tangencialmente, con uno o varios tabiques en medio que segmentan el haz de luz y generan un halo que va degradándose hasta desaparecer en la negritud, aplicada al acrílico de manera tan pulcra que roza la perfección. Sólo en ciertas ocasiones se introduce algún elemento distinto, como un muro en rojo profundo o alguna figura geométrica de ese color, de valor puramente formal. Como escribe en el catálogo Alfonso de la Torre, «Dixon pinta el espacio con precisión y nombra las sombras, extiende lugares donde vibra una interioridad silenciosa [que] semejase poblada por un vacío lunar, paisajes oscuros, representando escenas que parecen mostrarse en disimetría, unas sobre las siguientes, éstas sobre las anteriores, como en un proceso de continuo desvelamiento».

 

Vivir en lo extraño

Mónica Dixon

Complejo Cultural As Quintas, calle Quintas 1, La Caridad. Hasta el 22 de octubre






En Asturiano:





RTPA (Radio Televisión del Principado de Asturias)

















sábado, 19 de noviembre de 2022

MONICA DIXON EN PARIS

 


  Backyards, es el título de la primera exposición de Monica Dixon en Paris durante el mes de septiembre de 2022 en la galería Artima (20, Place des Vosges).








domingo, 14 de marzo de 2021

ESPACIOS DETENIDOS

 A propósito de mi exposición 'Espacios detenidos' en la galería Guillermina Caicoya de Oviedo dentro del Proyecto 'EXPONENTE' - Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo, entre diciembre de 2020 y febrero de 2021

TEXTO DE LA EXPOSICIÓN 

«Espacios detenidos», Mónica Dixon

 Por Santiago Martínez -Diciembre, 2020

 Existe en la pintura de Mónica Dixon una voluntad de describir la realidad con precisión, en ella la luz y el espacio -escenario donde todo acontece- son protagonistas. Sin abandonar sus pinturas de solitarias casas inmersas en amplios horizontes, evocadores del paisaje estadounidense, su tierra de origen; nos traslada ahora a un mundo de interior matizado por fuertes contrastes lumínicos y en el que irrumpe, tímidamente, alguna nota de color. Desde siempre ha adaptado la luz a un lenguaje plástico muy personal, captando su claridad y nitidez exterior o, como ocurre ahora, desencadenando sensaciones y pensamientos profundos mediante el diálogo con las sombras. Su pintura se debate entre un mundo construido a partir del racionalismo geométrico y una pérdida de definición que nos lleva hasta el límite de la abstracción. Así lo advertimos en Somewhere…Nowhere de 2017, su anterior exposición en la galería Guillermina Caicoya; algunas de las obras allí expuestas anunciaban esta deriva hacia paisajes de interior, Exit, Scape o Nowhere contienen en sus títulos alusiones directas al despojamiento de identidad, zonas de tránsito, asépticas y despersonalizadas, ligadas al pensamiento del antropólogo Marc Augé y los no-lugares. Fueron estas obras las que llamaron la atención del crítico Rubén Suárez: “bellísimas pinturas, y con aura, estas arquitecturas de interior mágicamente orquestadas de luz y de sombra”; augurando un desarrollo posterior, como así ha ocurrido.

A Quiet Thing 
Advertimos ahora una profundización en esos interiores que, ajenos a la presencia humana -solo tangible en el hecho constructivo, en sus paredes y vanos- son generadores de espacios para la luz. Estamos ante una obra introspectiva y magnética, lejanamente ligada a la quietud atemporal de los presupuestos metafísicos de Giorgio Morandi y, más aún, de Giorgio De Chirico, aquel soñador de nuevos escenarios y otras realidades. En la propuesta actual de nuestra artista, se encuentra una arquitectura entendida más como recurso que como tema, como pretexto para indagar en aspectos de la creación de índole reflexivo y conceptual, también emocional. Su manera de concebir la luz es contundente y veraz, procede de una observación puntual en algún entorno indeterminado, con efectos filtrados desde puertas, ventanas y rendijas, o recreada y diseccionada en el estudio, simulando o favoreciendo nuevos hallazgos lumínicos, analizando su ductilidad o su rotunda fisicidad. Así lo advertimos en obras como Out there II o Empty walls, con una planimetría perfecta en la que la perspectiva asume un papel clave en la configuración de las superficies pictóricas y la claridad acentúa volúmenes, planos y aristas, potenciando una desnuda geometría de carácter minimalista.

Empty walls

En Espacios detenidos las obras desencadenan emociones, los efectos espaciales y lumínicos despiertan un sinfín de sensaciones provocadas desde la pulsión de sus sombras, esas presencias tangibles y necesarias que enlazan con una tradición oriental que las venera, como así recoge El elogio de la sombra de Junichirô Tanizaki: “creo que lo bello no es una sustancia en sí, sino tan solo un dibujo de sombras, un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de diferentes sustancias” y, ciertamente, es en esa riqueza de matices provocada por las sombras donde se encuentra otra de las aportaciones plásticas de su pintura, desde la oscuridad absoluta hasta la luz plena, desde la opacidad hasta la transparencia, potenciadas, contenidas o atenuadas, las sombras ocupan un lugar privilegiado, sin ellas, la armonía perdería su sentido y se apagaría su bello influjo sobre el color. En esta línea, resulta interesante la irrupción de algunos registros cromáticos entre el rojo y el verde en A Quiet Thing, Red & Green o Room 3 que, afectados lumínicamente, muestran sutiles matices que parecen desvanecerse en la suave bruma que los envuelve. Los planos de color, y la propia concepción del espacio/caja donde se desencadenan estas armonías, provocan flujos formales y cromáticos similares a composiciones musicales que dependen de los tonos, su localización y su espaciamiento; es en este ámbito donde se encuentran los hallazgos plásticos de Josef Albers y sus experiencias sobre La Interacción del color y que el propio artista puso en práctica en su obra pictórica para mostrar cómo las leves variaciones tonales modifican la percepción de las formas. Al igual que en las sugestivas instalaciones inmateriales de James Turrell donde la incorporación de efectos lumínicos y atmosféricos hace perder los “referentes espaciales”, llevándonos al límite de la percepción sensorial del vacío.

Little red ball nº 2 

Como en estos artistas, en la pintura de Mónica Dixon el vacío es determinante; la luz pugna por ocupar su espacio ante la contención de los límites, en obras como Beware of darkness, Geometrical Presence o Dark passage, tras unos inquietantes y oscuros primeros planos, surgen dilatadas zonas de concentración de energía. Es en este paso de la oscuridad a la luz donde se halla el acceso a algunos de los misterios que contienen sus pinturas, la frontera donde confluyen lo racional y lo emocional; es en el límite donde se encuentra el punto en el que una cosa se convierte en otra y, situarnos ante estas obras es una invitación para cruzar el umbral y habitarlas. Cuando el filósofo Martin Heidegger indica en su texto Construir, Habitar, Pensar, cómo la capacidad del ser humano para crear espacios, no solo está relacionada con la necesidad de cobijo, también con una búsqueda interior, un autoconocimiento que permite discernir los interrogantes sobre la existencia, el filósofo se refiere a la dimensión mental del habitar, el espacio tiene capacidad de influir en nuestro pensamiento y en nuestro ser, porque “somos el espacio que habitamos”. De este modo, el vacío ha pasado de ser una categoría ajena a los seres humanos, a estar intrínsecamente ligada a nosotros; a nuestra conciencia y sensibilidad.

In a silent way nº2

Cada obra es un nuevo reto para la artista y su materialización un proceso de introspección y germinación fruto de la tranquilidad del estudio, es ahí donde lo intelectual y emocional se unen en la configuración de su pintura, encuentra en la música de jazz, que siempre la acompaña, una fiel colaborada y Miles Davis participa silenciosamente (In a silent way) en este ambiente propiciatorio y generador de belleza y en el que toma sentido la vida. Little red ball, o Little red ball 2, resumen la esencia del pensamiento y del quehacer de Mónica Dixon, la concentración de luz sobre la esfera, posee una gran carga simbólica, capaz de aunar argumentos racionales sobre su presencia física, con otros de índole antropológica, incluso místicos. Únicamente desde la creación plástica existen estos lugares donde se funden experiencias materiales y mentales, donde la observación objetiva se alía con la libre imaginación y donde la pintura se concibe, al igual que en la obra de músicos y poetas, pasando por alto la realidad para poder acceder a la esencia de las cosas, los paisajes de interior de Espacios detenidos son la confirmación de cómo “poéticamente habita el hombre» (Título de una conferencia impartida por Martín Heidegger extraído de un fragmento poético de Hölderlin).

PRENSA:

LNE - 15 diciembre 2020












LNE - 11 febrero 2021

























domingo, 4 de octubre de 2020

EN EL UMBRAL / HACIA LA LUZ - Sala Borrón (Oviedo)

A propósito de la exposición 'En el umbral / hacia la luz, en la sala Borrón de Oviedo en los meses de septiembre y octubre de 2020.

A continuación el texto para el catálogo de la exposición


EN EL UMBRAL

Pintora figurativa, Mónica Dixon lleva años moviéndose en el umbral de la abstracción, sin franquearlo. Comenzó pintando como Van Gogh botas y zapatos como registro del “acontecer en el mundo” -según pensaba Martin Heidegger que debía ser el origen de la obra de arte- para después pasar de los pies a la cabeza y hacer una pintura cada vez más reflexiva e intencionada, menos apegada a lo real. 

Su obra se divide desde entonces en dos series mayores, según vaya dirigida la mirada. Cuando lo hace al exterior, a los paisajes, la incidencia en los amplios espacios abiertos, retratados con elegante exactitud, hace que inevitablemente se mencione a su compatriota Edward Hopper y su poética de la soledad. Es pura convención, porque también recuerda a los paisajes del ruso Aleksandr Deineka y a los de Georgia O'Keeffe, Andrew Wyeth o de cualquiera que haya pintado las grandes extensiones norteamericanas, en su inconmensurable inmensidad. 

Nacida en Nueva Jersey (EEUU) en 1971, y licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Rutgers, Mónica Dixon Gutiérrez de Terán es norteamericana de nacimiento y educación por parte de padre, pero asturiana por parte de madre. Vive en Oviedo y desde Asturias ha desarrollado la mayor parte de su carrera artística, iniciada con una primera exposición individual en la Casa de Cultura de Salas en 1994, al tiempo que exponía en algunas colectivas en Filadelfia, donde había completado estudios en la Fleischer School of Art. 

Pero su vivencia es la del infinito. Como bien señaló Juan Carlos Gea en la introducción a una de las exposiciones de Mónica, sus casas solitarias, en mitad de paisajes de la Norteamérica rural, “parecen resaltar lo que las construcciones humanas tienen de precario bajo la perdurable majestad del espacio y el cielo”. La aproximación a lo sublime siempre deja la sensación de que hay algo más, una cierta conexión con lo trascendental, y quizá es por eso que en obras más recientes esas arquitecturas aparecen incluso flotando en el aire, como arrastradas por un inesperado huracán, en toda su ligereza y fragilidad. 

Sólo en ese sentido se podría decir que su pintura es metafísica, es decir, que va más allá de la física, algo que seguramente no pretende. Se aprecia sobre todo en su otra mirada, la que se dirige al interior, que no es sólo de las casas. Ahí también ha evolucionado: en un primer momento, Dixon mostraba cierta preocupación realista por el detalle, por las puertas, las contraventanas, los aparadores en mitad del pasillo, los huecos de escalera, las habitaciones vacías, el suelo de damero, entre paredes blancas que ya no daban cobijo a nadie y dejaban una sensación fría, desolada. 


La representación era fiel, sólo a veces perturbada por un efecto vorticista que la mantiene en esa misma tradición anglosajona. Pero pronto empezó a hacer una pintura más introspectiva y dedicar mayor atención a los efectos luminosos, a esa luz frontal que molesta a los ojos por un ventanal al fondo, o a ese rayo solar que penetra de soslayo y rebota en el tabique. Como en tantas ocasiones, lo concreto va llevando a lo abstracto, y lo material a lo inmaterial, y la representación va dejando paso a algo más etéreo y menos aprehensible.

HACIA LA LUZ

De su fijación por la luz surge la obra de interior más reciente, iniciada en 2015, en la que ha ido despojando el espacio pictórico de todo aquello que percibía como anecdótico, que según sus propias palabras la distraía de lo que en realidad quería mostrar: el espacio en sí mismo, la soledad esencial del escenario, la luz que lo revela. Una pintura que hable tanto de presencias como de ausencias, que haga dialogar la luz natural y la artificial y rellene huecos con la sola vibración de la atmósfera.

En esa búsqueda se une insospechadamente al artista más conocido del movimiento Light and Space, el norteamericano James Turrell, quien con sus piezas de luz proyectada, sobre todo las Shallow Space Constructions y sus Wedgeworks, desafía la sensación de profundidad y genera la ilusión de paredes y barreras, o que en sus Skyspaces deja penetrar la luz del cielo para que el visitante entable una conversación con el cosmos. 

Claro que Mónica Dixon lo hace a través de la pintura, en blanco y negro y en un espacio tan delimitado como es el del cuadro. Sin salirse del lienzo crea parecida ilusión de profundidad, y jugando con las luces y sombras, y los planos y las perspectivas, fuerza la participación del espectador en escenas mudas que se desarrollan en un cuarto por lo general oscuro y cerrado, casi ciego, con pocas posibilidades para la evasión. 

Son escenarios enigmáticos pero no opresivos y que además están pintados con extremada pulcritud, lo que le ha valido obtener numerosos premios y reconocimientos, el más reciente el del XLVIII Concurso Internacional de Pintura Villa de Fuente Álamo de Murcia 2020. Sus exposiciones individuales de los últimos años la han llevado a lugares tan alejados como Suecia o Singapur. 

Con el acrílico Night light obtuvo el Premio Fundación Caja Rural de Asturias en el L Certamen Nacional de Arte de Luarca 2019, motivo de la actual exposición. El cuadro resume bien esta última etapa de su trayectoria, con un motivo central que es sólo un fondo de habitación iluminado lateralmente, con un tabique en medio que corta o divide el haz de luz y genera un halo que transita hacia la oscuridad más absoluta, en una disminución casi total. 

En otras obras la luz nocturna deja paso a la luz fría de la mañana, o la sucesión de recovecos permite atisbar un posible recorrido que permitiría salir del laberinto, en el caso de que nos encontráramos allí encerrados. Son pequeñas variaciones de lo mismo en las que de vez en cuando se introducen algunas novedades, como esa presencia geométrica que podría anunciar una deriva simbólica, si fuera el caso. 

Porque Mónica Dixon es una artista un tanto hermética, que en su introversión sólo deja ver una superficie sin resquicios, en la que los demás rascamos sin estar seguros de que nos acercamos a lo que pretende. Como buena norteamericana, tenderá más al pragmatismo, o como mucho a un trascendentalismo prudente e inmanente, que conecta el alma humana a lo existente en el mundo y que en el terreno pictórico se podría traducir en tan solo dos palabras: Just it.

 

Luis Feás Costilla 
 

 La Nueva España, 3 septiembre 2020



La Nueva España, 17 septiembre 2020



miércoles, 29 de julio de 2020

XLVIII CONCURSO INTERNACIONAL DE PINTURA VILLA DE FUENTE ÁLAMO 2020



MÓNICA DIXON Y NONO GARCÍA, GANADORES DEL CONCURSO INTERNACIONAL DE PINTURA VILLA DE FUENTE ÁLAMO 2020

166 obras nacionales e internacionales participan en la XLVIII edición del concurso

Los artistas Mónica Dixon y Nono García han sido nombrados ganadores del Concurso Internacional de Pintura Villa de Fuente Álamo 2020.

Así lo ha determinado el fallo del jurado que ha otorgado el Premio Villa de Fuente Álamo a Mónica Dixon por la obra ‘In a silent way’, y el Premio Círculo Medina a Nono García por la obra ’15 instantes’.

Con 166 obras presentadas online, incluyendo internacionales de Francia, Alemania, Holanda, Uruguay y Venezuela; la primera ronda de selección se ha realizado el día 24 de junio donde, tras una votación individual del jurado, 41 obras han sido seleccionadas, pasando a una segunda ronda realizada el 25 de junio. En esta segunda ronda, han sido 23 las obras seleccionadas que han pasado a la exposición.

La alcaldesa de Fuente Álamo, Juana María Martínez, ha señalado que «ha sido una edición muy especial, no solo por la rápida adaptación al modelo online debido a la crisis por Covid-19, sino también por la gran cantidad de obras presentadas y el elevado número de participación de mujeres».

A continuación, puede consultar los miembros del jurado:

PRESIDENTA

Juana María Martínez García 
Alcaldesa-Presidenta Ayuntamiento de Fuente Álamo de Murcia

VOCALES

José Antonio Oliver Legaz
Concejal  de Cultura Ayuntamiento de Fuente Álamo de Murcia

José Celdrán Peñalver
Director Certamen Concurso Internacional de Pintura Villa de Fuente Álamo

Esteban Bernal Aguirre
Pintor

Carmen Castillo Moriano
Profesora  Facultad Bellas Artes Universidad de Murcia

Alfredo Cuervo Pando
Profesor  Facultad Bellas Artes de la Universidad de Murcia

Juan José Martínez Cánovas
Artista plástico. Ganador Premio “Villa de Fuente Álamo 2019”

Relación de las 23 obras seleccionadas:

1. PEPE BAENA. LA CENA. 162X130 CM. ÓLEO/LINO
2. FERNANDO JIMENÉZ. RESILIENTE 26. 162X 140 CM. ACRÍLICO Y PAN DE COBRE
3. VERONICA BUENO. La vida aprieta pero no ahoga ¿o sí?; discusiones delirantes con Baco, Sísifo y la Divina Comedia en la Era del Absurdo.195X195CM. ACRÍLICO Y ÓLEO/LINO
4. TOMÁS MENDOZA. HORROR VACUI. 162X162CM. ÓLEO/LINO
5. JUANJO NARBÓN. EL AIRE DE VECCHIO. 97X130CM. ÓLEO/LIENZO
6. EVA MAURICIO. SORORES. 98.5X150CM. ÓLEO/TABLA RECORTADA
7. ANA DEL VALLE. LA INVITACIÓN. 146X114CM. ÓLEO/LIENZO
8. GUILLERMO SEDANO. NIEBLA. 150X150CM. ÓLEO/LINO
9. KIHONG CHUNG. DOLMEN S.21. 150X200CM. MIXTA/METACRILATO.
10. MÓNICA DIXON. IN A SILENT WAY. 150 X150 CM. ACRÍLICO/LIENZO.
11. CHARO CARRERA. LA GRAN PIPA. 146X114CM. ACRÍLICO Y BARNICES/LIENZO
12. ELISA ORTEGA. LID. 100X100 CM. MIXTA/MADERA ENTELADA.
13. ROCIO CABALLERO.( ROSLIM DEW). MAYA. 195X195CM. ÓLEO/TABLA
14. TERUHIRO ANDO. AWARE IV. 180X140CM. ACRÍLICO/LIENZO
14.BELÉN ORDOBAS. MUJER CON UNA FLOR. 162X130CM. GRAFITO Y ÓLEO/LINO.
16. CRISTÓBAL HERNÁNDEZ BARBERO. BÁLSAMO. 200X80 CM. TIERRAS, ÓXIDOS NATURALES Y PLOMO BATIDO.
17. JAVIER ERRE. CUÉNTAME COMO TE HA IDO. 162X96 CM. ÓLEO/LINO
18. ALBA CUELLAR. CUBIERTOS. 140X110 CM. ÓLEO/TELA
19. NONO GARCÍA. 15 INSTANTES. 162X97CM. ACRÍLICO /LIENZO
20. ANTONIO CARRASCO SEGURA. EMPATIZANDO. 80X100CM. ÓLEO/LIENZO
21. JAVIER FRANCO . SOBRE TODAS LAS COSAS. 150 X150 CM. ACRÍLICO/LIENZO
22. J.A.AMEZCUA. CONFINADOS. 150 X150 CM. ACRÍLICO7LIENZO
23. DAVID CALDERÓN. ESTUDIO DE PAOLOZZI II. 180X146CM. ÓLEO/LIENZO

Por mayoría del jurado y de conformidad con las bases, estas han sido las obras finalistas:

VERÓNICA BUENO. La vida aprieta pero no ahoga ¿o sí?; discusiones delirantes con Baco, Sísifo y la Divina Comedia en la Era del Absurdo.195X195CM. ACRÍLICO Y ÓLEO/LINO
GUILLERMO SEDANO. NIEBLA. 150X150CM. ÓLEO/LINO
KIHONG CHUNG. DOLMEN S.21. 150X200CM. MIXTA/METACRILATO.
MÓNICA DIXON. IN A SILENT WAY. 150 X150 CM. ACRÍLICO/LIENZO.
NONO GARCÍA. 15 INSTANTES. 162X97CM. ACRÍLICO /LIENZO

Resultando de dichas obras, los siguientes premios por mayoría:

PREMIO VILLA DE FUENTE ÁLAMO, otorgado a  Dª Mónica Dixon, por la obra “IN A SILENT WAY”

PREMIO CIRCULO MEDINA, otorgado a D. Antonio García Sánchez, Nono García, por la obra “15 INSTANTES”

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